Italsav, un negocio ms cubano que italiano

May 2024 · 9 minute read

LA HABANA, Cuba. – “Abrirá en La Habana el primer supermercado gestionado por inversores extranjeros”, “Una empresa italiana abrirá supermercado en Cuba”, han publicado en los últimos días diferentes medios. Según como han replicado la noticia, pareciera que ahora sí hay confianza en la economía cubana y que los inversionistas extranjeros comenzaron a caer, atraídos por las oportunidades de negocios con el régimen comunista. 

Sin embargo, cuando se anuncia que ese “nuevo” negocio llega de la mano de Italsav y de su dueño, el italiano Berto Savina, viejo amigo de los Castro, inmediatamente reconocemos que se trata, como dice el refrán, del mismo perro, incluso con el mismo collar. 

Y es que Berto Savina lleva en Cuba más de 30 años con el mismo negocio, el cual ha ido renombrando según se lo exijan las circunstancias económicas. Además, la contraparte cubana es, en realidad, la verdadera dueña de lo que en principio (años 90) se llamó tiendas “Todo por 1” (cuando un dólar equivalía a 1 peso convertible o CUC) y que, al perder valor y sentido el sistema de la doble moneda nacional, fue rápidamente transformado en las cadenas de establecimientos nombrados “Burbujas”, y “Agua y jabón”, donde no se establecían demasiados límites a los precios.

“En propiedad [Italsav] es el proveedor exclusivo en acuerdo con TRD Caribe desde mediados de los años 90”, explica a CubaNet, bajo condición de anonimato, un exfuncionario del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (MINCEX). “Pero tanto aquellas [Todo por 1] hasta las actuales Agua y jabón, han sido creadas y administradas por el GAE (GAESA), así como el nuevo supermercado; la diferencia con lo anterior es que ampliará los tipos de productos en venta, ya no serán solo artículos de higiene y belleza, ahora se incluirán alimentos y hasta algunos electrodomésticos (…). Es un nuevo concepto que parte de aquel Todo por 1, que después debió ser renombrado ‘Todo por un precio’ cuando se perdió el concepto inicial de que cada CUC emitido debía ser respaldado por un dólar físico. Cuando se hizo insostenible, se crearon los [establecimientos] Agua y jabón, y los Burbujas, siguiendo los modelos de negocio italianos sugeridos por el propio Savina, aunque la decisión final la toma el GAE”.

Berto Savina había importado a Cuba la idea original desde los establecimientos “Tutto a 1000 lire”. La propuesta gustó en GAESA y en apenas semanas la implementaron con éxito en todos los establecimientos de Tiendas Caribe.

“[Al inicio] algunos se negaron diciendo que era algo muy capitalista”, ha dicho a CubaNet una fuente de GAESA. “Pero en medio del desabastecimiento no pudieron negarse, menos cuando se dieron cuenta de que Berto podía ser útil en otras cosas. Por eso la empresita creció. Italsav no hubiera sido nada si el Gobierno cubano la hubiera rechazado. Se puede decir que es una empresa cubana que opera en Italia, no una empresa italiana que opera en Cuba, esa es la verdad”. 

Savina, el turista que se quedó a hacer negocios

Según ha contado el propio Berto Savina, en entrevista con un medio de prensa italiano, su primera visita a Cuba la realizó como turista en 1991, en medio del llamado “Período Especial”, la grave crisis económica que sobrevino luego del derrumbe del campo socialista en Europa del Este. 

Pero ya tan pronto como 1992, de acuerdo con información publicada en la propia página oficial de Italsav s.l.r., comenzó a importar mercancías a Cuba para un promedio de entre 10 y 15 contenedores mensuales. Actualmente son más de 80 contenedores por mes; y suman más de 1600 contenedores movidos hacia la Isla en el último año, entre mercancías propias de la empresa y algunos favores hechos al Gobierno cubano por pedido de este y hasta por iniciativa personal, como las donaciones de material médico realizadas durante la oleada de COVID-19.

Aunque también ha dicho que la idea de crear Italsav nació de su voluntad de ayudar a los cubanos, después de haber conocido las carencias y penurias que sufren, lo cierto es que los propios informes de su empresa hablan de la facturación de más de 10 millones de dólares tan solo entre 1992 y 1994 en ventas a Cuba, una cifra que ha incrementado a más de 300 millones en 30 años de operaciones.

“Berto llegó a Cuba en el 90. Vino acompañando a varios amigos italianos de Tony [Antonio] Castro, aunque no lo conocía personalmente”, asegura bajo condición de anonimato una fuente estrechamente vinculada al hijo de Fidel Castro. “No recuerdo si fue Sandro Cristoforetti quien los presentó en Varadero pero al año siguiente vino para traerle unas piezas de carro y dos cajas de vino de regalo. Se hicieron muy amigos y fue entonces que comenzó a importar las primeras mercancías para los Todo por 1. Al principio usaba los contenedores del negocio de Sandro [Cristoforetti]. Salían de Cuba cargados de tabaco y ron, rumbo a Países Bajos, Reino Unido, Italia, Asia, y después regresaban con todo lo que se vendía en los Todo por 1. Ya después Berto creó su propia logística porque en un par de años, con toda la mercancía barata que traía, estaba ganando más que Sandro con el ron y el tabaco”.

Para 1996, la empresa de Berto Savina, con el respaldo de Tony Castro, había facturado otros 10 millones de dólares, una cifra que, de acuerdo con varias fuentes consultadas por CubaNet, posiblemente se triplicó para la contraparte cubana de TRD Caribe que, también de acuerdo con información de la propia empresa, había extendido a más de 45 puntos de venta los negocios de Todo por 1, además de varios establecimientos de la marca Benetton, y de haber absorbido casi el 100% de la distribución de los artículos de souvenir del sello “Cuba” en todos los hoteles y aeropuertos de la Isla. 

Posiblemente tanto éxito, así como la proximidad al clan de los Castro, hizo que Berto Savina estuviera incluido entre los italianos que pudieron acercarse y compartir con Fidel Castro durante la visita que el dictador realizara al Vaticano, en noviembre de 1996.

De esa fecha hasta la actualidad, Berto Savina ha sido recibido con honores en Cuba tanto por Raúl Castro como por Miguel Díaz-Canel, después que este fuera designado como presidente. 

Son precisamente esos momentos de intimidad con la dictadura los que gusta exhibir el empresario italiano en las paredes de su despacho, porque son los que han obrado su pequeña fortuna desde Cuba, acrecentada en más de 50 puntos de venta de Agua y jabón (distribuidos por toda la Isla), 20 de Burbujas, ocho negocios de ventas de juguetes infantiles, entre otros. Además, posee la distribución exclusiva en Cuba de Benetton y de las marcas Yamamay, Carpisa, Paglieri, Mil Mil, Conter, Bergen, Mirato e Italsilva. 

Dinosaurios para los dinosaurios del régimen y fuegos artificiales

La prosperidad individual en Cuba absolutamente siempre llega de la mano de lealtad y complicidad a toda prueba con la dictadura. El negocio de Berto Savina había comenzado despertando desconfianza en algunos dirigentes comunistas, incluido el propio Fidel Castro, pero terminó agradando a todos por los dividendos que dejaba, sin arriesgar demasiado, pero además por la utilidad que representan decenas de contenedores arribando a los puertos cubanos desde Europa sin mucho control.

Entre jabones, detergentes, perfumes, cremas corporales y baratijas, el italiano igualmente importaba para sus amigos del régimen todo lo que le pidieran, desde piezas de autos, incluyendo carrocerías, hasta menaje de casa que salía directamente descargado desde el puerto de La Habana hasta su destino final, en el hogar de algún militar de alto rango. 

Fue tanta la confianza depositada por el régimen en Berto Savina que en el año 2006, para festejar el 80 cumpleaños de Fidel Castro, el propio hijo del dictador le encargó al amigo una carga de fuegos artificiales que más tarde el empresario entró a la Isla sin ningún tipo de obstáculo, habiendo camuflando la carga de explosivos entre los contenedores de mercancía para poder transitar sin problemas por el canal de Panamá.

“Era una carga tan grande que sobraron para después festejar los 81 años, aunque todo se hizo como si fuera parte de los carnavales”, comenta a CubaNet una fuente consultada bajo condición de proteger su identidad. “Se celebraron los 80 y los 81. En la televisión lo pusieron como parte del carnaval pero eran los fuegos artificiales que Berto le regaló a Fidel”, concluye la fuente.

En 2019, para los festejos del aniversario 500 de la fundación de La Habana, Berto volvería a repetir la aventura de burlar los controles portuarios para pasar explosivos, esa vez en una carga aún mayor que se justificó en el regalo de 12 réplicas a tamaño real de dinosaurios animatrónicos que después fueron instalados en el llamado Parque Forestal, en las proximidades del conocido como Zoológico de 26, en Nuevo Vedado.

“No creo que se tratara de una broma”, afirma una fuente cercana al empresario. “Berto es muy cuidadoso con eso, sabe que su negocio depende del Gobierno cubano, que si cae en desgracia se acaba. Aunque sí es gracioso que haya pensado en ocultar los fuegos artificiales en la misma carga de los dinosaurios. Alguien me dijo después que los dinosaurios fueron un encargo de Guillermo [García Frías] para ponerlos en su finca, y que finalmente no se lo permitieron, o que lo convencieron de donarlos al parque. (…) Berto siempre ha repetido que fue un regalo. Tremendo regalo para estos tipos que son de verdad unos dinosaurios, y lo más gracioso es que metiera los explosivos dentro”, concluye la fuente. 

En noviembre de 2019, de modo excepcional, un gran espectáculo de fuegos artificiales iluminó la noche de celebraciones por los 500 años de La Habana, pero muy pocos de los que observaban con asombro desde el público, estaban conscientes de que las luces en el cielo —de las que se dijo era el regalo de un “italiano amigo de Cuba”— las habían pagado en realidad ellos mismos. 

Los mismos millones de cubanos cansados de sacrificios para comprar con dólares a pesar de recibir el salario en pesos son los que han hecho prosperar un negocio más cubano que italiano. Ahora con el nuevo supermercado de Italsav sin dudas que van por más.

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